Saturday, January 27, 2007
La venganza
Antonio Hernáez analiza las posibles reacciones tras los atentados contra las Torres Gemelas, del 11 de septiembre de 2001.
Después de las estremecedoras imágenes de los atentados del martes 11 de octubre en Nueva York, las reacciones de la gente más distinta han seguido un camino bastante parecido, marcado en gran medida por los impulsos propios de la condición humana y mediatizados - voluntaria o involuntariamente - por las imágenes y los comentarios de los medios de comunicación.
Desconcierto e incredulidad. Rabia, estupor, impotencia, indefensión. Pena por las personas y las familias. Valoración del daño causado. Cálculo mental del número de víctimas. Solidaridad en la "necesidad de hacer algo" ante tal ataque. Sensación de que esto nos afecta más de cerca de lo que puede parecer. Analizar las reacciones de los que tiene que tomar decisiones. Apoyar básicamente esas decisiones. Sentimientos de emoción ante las reacciones colectivas de exaltación al "héroe". Acercar mentalmente el suceso y pensar que hubiera hecho yo de haber estado allí. Seguir día a día las reacciones y las historias personales más emotivas de los afectados. Etc. etc.
Van pasando los días y.... es impresionante la capacidad que tenemos de olvidar la tragedia ajena. Muchas veces, en lugar de aprender de ella para tratar de aportar algo a nuestra experiencia vital, nos limitamos a ir sintiendo cada vez menos pena e incluso a pensar que afortunadamente les ha tocado a otros ( o dicho menos fuerte: menos mal que no me ha tocado a mi).
Es también impresionante ver como el sufrimiento y el dolor (ajenos) se transforman rápidamente en términos políticos o económicos, costes, evolución del mercado bursátil, etc. Incluso hay quien ya piensa en los beneficios económicos de la reconstrucción, en que eso aumentará el PIB... y no digamos en los chistes, fáciles o ingeniosos, que pronto iremos viendo.
Pero ha habido un ataque. Esto no puede quedar así y hay que buscar culpables. La tendencia natural humana es buscarlos fuera y lejos, procurando en lo posible aniquilarlos por la fuerza y pronto, tratando de dar a la opinión pública una explicación y una sensación de fortaleza, de resolución.
Ya he dicho, y se ha visto por las encuestas y las reacciones de la gente, que en general se apoya al que toma las decisiones, sobre todo si están guiadas por el sentimiento inicial. Pero pienso que lo que ha pasado en esta ocasión es muy serio, y que requiere un tratamiento más profundo. Podría decirse: "de acuerdo, pero eso llevará tiempo, y hay que reaccionar ahora". Sí, es cierto, pero hay que ser lo suficientemente profundo y rápido para no acometer acciones de consecuencias irreparables.
Pienso que la respuesta inicial y mantenida durante unos cuantos días que se ha transmitido a los norteamericanos y a sociedad occidental es: VENGANZA. Camuflada o matizada, o suavizada por la "legítima defensa", pero Venganza. Y en mi opinión esto es un error de fondo que YA está cometido, y que traerá consecuencias irreparables (más irreparables cuanto más se persista en este mensaje).
Si además la venganza pasa a la acción, será otro error (ya no sólo de fondo) y traerá otras consecuencias, seguramente más irreparables.
Afortunadamente también se han transmitido otros mensajes de patriotismo, solidaridad y visión de futuro optimista.
Es evidente que hay que tomar medidas serias y profundas, pero no sólo lejos y fuera, ni sólo de protección exterior y desconfianza. Creo que las medidas tienen que pensar también en lo que está más dentro y más cerca. Trataré de explicarme brevemente: en mi opinión el mal mayor no es la destrucción del World Trade Center, ni -entiéndaseme en el contexto- las víctimas de los atentados. El mal mayor puede estar en cómo afecte el hecho a los millones de personas que se sienten afectados por él. Por eso las medidas que se tomen tendrían que tener en cuenta, principalmente el talante de los niños y jóvenes sobre los que se apoyan las esperanzas de un país y de todo el mundo.
Es loable que los jóvenes se alisten para defender a su país. Pienso que eso supone muchos valores. Pero no es nada loable que el alistamiento sea para la venganza.
No es fácil actuar en el corto plazo teniendo en cuenta estas cosas tan importantes. Hay muchos, demasiados, intereses creados. Siempre es más fácil destruir que construir (como ya se ha visto). No voy a aportar ahora posibilidades teóricas en positivo, pero sí que me veo obligado a decir que la venganza es un cimiento frágil para la construcción de cualquier proyecto. Y ahora estamos cimentando el siglo XXI.
A veces se confía sólo en las instituciones educativas para la educación de los niños, adolescente y jóvenes, pero que duda cabe que sucesos de esta envergadura, y la reacción de los gobernantes, de los medios de comunicación (omnipresentes en su afán de informar) y de los adultos en general de los que los más jóvenes toman sus opiniones, son instrumentos más poderosos que la escuela para formar a las nuevas generaciones.